La modernidad parece haber llegado a todos los rincones del planeta, al menos en un país como España, donde ya apenas quedan lugares ajenos a ella. Incluso las zonas rurales más apartadas, la famosa España Vaciada, se está llenando de antenas para teléfonos móviles y líneas de Internet. El mundo ahí afuera está evolucionando y creciendo, y estas zonas no pueden quedarse ancladas en el siglo pasado. Suelen ser pueblos con personas ya muy mayores, con una población envejecida, donde los jóvenes suelen mudarse para estudiar y buscarse un futuro en las ciudades cercanas. Pero también hay zonas rurales que mantienen la vida del entorno natural en el que se sitúan, a través del trabajo en el campo, por ejemplo. En Extremadura, Andalucía o Murcia, por ejemplo, las zonas rurales siguen teniendo una gran importancia tanto en lo social como en lo cultural y económico. Y es que aquí también hay negocios muy interesantes. Hablar de zonas rurales es hacerlo de todo aquel territorio donde imperan los campos y cultivos, las ganaderías y el sector primario como fuente principal de ingresos.
Hay municipios de 5.000 habitantes que, aunque estén en una zona rural, lejos de la ciudad, se han modernizado tanto que apenas hay trabajo de campo en ellos. Pero las zonas netamente rurales todavía perduran, con su idiosincrasia particular, sus negocios, sus tiendas, pero siempre apegados a ese espíritu diferente y tradicional. Son muchos los que también se han mudado a estos pueblos para llevar una vida más tranquila, alejándose por completo del barullo de las grandes ciudades. Algunas de estas zonas no están muy lejos en coche de sus lugares de trabajo, o son profesionales que pueden desempeñarse desde casa, sin ningún tipo de problema en dónde vivir siempre que haya buena conexión de Internet. Los alquileres son mucho más económicos en las zonas rurales, y los precios de comida, bebidas y demás también están más bajos, así que eso siempre es una ventaja. Muchos piensan que en estas zonas no hay tanto ocio como en las ciudades, y aunque puede ser cierto, cuando uno quiere divertirse sabe muy bien dónde acudir… incluso cuando tiene ganas de un poco de disfrute sexual.
Un oficio muy extendido
La prostitución tal vez no sea el oficio más antiguo del mundo, pero sí que es uno de los que más se ha extendido, desde hace muchos siglos. Y es que siempre ha habido hombres dispuestos a pagar o entregar bienes a cambio de poseer a una mujer, y mujeres con la necesidad de ganar algo de dinero para sobrevivir. Da igual el momento histórico o el lugar, si la prostitución estaba perseguida o se miraba para otro lado.
Este tipo de servicios han sido muy habituales a lo largo de la Historia, y lo siguen siendo hoy en día. Al contrario de lo que muchos piensan, las trabajadoras sexuales no solo se concentran en las ciudades. También hay muchas de ella realizando sus servicios en bares de carretera, prostíbulos disfrazados de clubs nocturnos, e incluso en casas particulares de zonas rurales. Y es que allá donde haya demanda al final siempre acabará apareciendo la oferta.
Cómo trabajan las prostitutas en las zonas más rurales
El trabajo de una prostituta es básicamente siempre el mismo: ofrecer sus servicios sexuales a clientes interesados en disfrutar de ellos. Claro que no es igual trabajar en una gran ciudad, para clientes VIP que paguen servicios de 500 euros la hora, que hacerlo en un bar de carretera donde solo llegan camioneros o gente de paso. Las chicas deben adaptarse también a su público, y en los pueblos y zonas rurales, la prostitución se acerca mucho más a la clientela fija. Es decir, que usualmente las prostitutas conocen a los clientes y tienen un trato incluso más íntimo con ellos, al ser habituales. El cliente tipo de una zona rural suele ser un varón de mediana edad, casado o soltero, que busca la compañía femenina para apaciguar su soledad o disfrutar del placer que no obtiene en su matrimonio.
Las prostitutas rurales pueden trabajar en locales de alterne o también hacerlo por su cuenta. Esta última opción se está volviendo cada vez más popular, gracias a que a estas alturas, cualquier chica puede promocionarse en Internet y llegar a sus clientes de una forma más sencilla. Otra de las ventajas de ir por su cuenta es que pueden decidir cuándo y cómo trabajar, e incluso aceptar solo a los clientes que deseen. En un pueblo, sin embargo, la cantidad de clientes no será tan alta como la de la ciudad, y las chicas normalmente tendrán que adaptarse a todas esas peticiones que los clientes les hagan. Si tienen un doble trabajo pueden permitirse el lujo de obtener ingresos extra a través de la prostitución.
Burdeles y bares de carretera
Pero si hay un lugar clásico donde encontraremos a estas prostitutas en zonas rurales, ese es el bar de carretera. Muchos de ellos, apostados a un lado de una vía secundaria, se muestran aparentemente como sitios normales, bares cualquiera para parar y tomar algo en una ruta larga. Sin embargo, siempre suelen tener a varias chicas en mesas altas, como esperando a alguien. Son trabajadoras sexuales que están a la caza de nuevos clientes a los que poder llevarse arriba, donde hay habitaciones preparadas para el sexo. El dueño del burdelencubierto no se lleva nada de dinero por el servicio de la chica, pero sí que obtiene parte del alquiler de la habitación.
Así es como se saltan los problemas por la alegalidad de la prostitución en nuestro país. Estos bares de carretera son todo un clásico de la España profunda que a día de hoy se mantiene más vivo que nunca. Se calcula que hay cientos de burdeles, más o menos encubiertos, por las diferentes zonas de España. En los últimos años, en Extremadura también se han creado prostíbulos en casas de campo y fincas, que son mucho más difíciles de controlar. Las inspecciones en estos lugares son menos habituales, y es una opción para que la persona que lleve el prostíbulo tenga mayor libertad. Además, son considerados como burdeles de lujo, al gozar de más espacio y mayor discreción para los clientes.
La discreción, su mejor baza
La vida en los pueblos no es ni de lejos parecida a la de la ciudad. Por más que las zonas rurales se modernicen y empiecen a parecerse a ciudades en miniatura, la idiosincrasia de la gente es muy diferente. Por ejemplo, en el pueblo todos se conocen, y las habladurías suelen correr como la pólvora. Si hay una chica que trabaja como prostituta y no tiene la suficiente delicadeza como para ocultarlo, no tardará en saberse en todo el pueblo, con todo lo que eso supone.
En los casos más extremos podrían incluso acosarla para que se fuera, al poner en peligro la “integridad moral” de la comunidad. Por eso, estas chicas suelen ser muy discretas, trabajar solo unas pocas horas al día y tener otro empelo, o aparentarlo al menos, para que no haya suspicacias sobre su verdadero oficio.